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Nunca miras mis manos…

(este post ha sido escrito por Marbles y por mí una noche de tantas que nos hemos pasado en el messenger. Ha sido un placer colaborar contigo y espero que no sea la última, este es el resultado…)

R: y pude tocar el cielo contigo, las nubes y el otoño que llegaba, los parques llenos de hojas amarillas, pude tocar tu piel, pude tocar tu dulzura, pude hacer que sintieras días azules y miradas perdidas en el fondo de tu rostro, pude tocar la puerta de tus sentimientos, pude tocar la ilusión de la complicidad mútua, pude sentir que lo hacías, pude tocar la luz en tu sonrisa, pero jamás me dejaste, jamás lo permitiste, y me condenaste a tu sombra, a tu silueta negra, a tu esencia y no a tu presencia, porque nunca miras mis manos, y lo que pude llegar a tocar pasó por la puerta de atrás, sin que tú dijeras nada, sin que tú sintieras nada…

M: y sentada en medio de mi vacío estacionado, veía como pasaban los segundos, los minutos y las horas de una vida que ya no me importaba. Miraba mis manos y sonreían, cuantos momentos pasé con ellas y contigo; aunque tú…nunca las mirabas. Creías acaso que las palabras brotaban como por arte de magia, sí, la misma magia que yo suponía que envolvía toda la ilusión que ellas ponían. Solo eran simples herramientas de lo que les dictaba el corazón! Y ahora mírate, henchido por el saberte ganador en una guerra donde solo tú jugabas, yo simplemente ansiaba una paz que nunca llegó porque tú no me dejaste… Estas serán las últimas palabras que te escriban mis dedos porque tú…nunca miras mis manos.

 
** Y ninguno de los dos se miraron, ni se sonrieron, fue tan dificil decir en voz alta los pensamientos que la confusión acabó con aquello que los hizo especiales muchas noches de invierno. Las mantas ya no pudieron contener una complicidad que se diluyó a base de dudas y pensamientos erróneos. Y es que nunca pudieron mirar sus manos, ni mirar aquellos ojos pendientes de una llama, nunca alcanzada por ninguno de los dos…

 

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  1. Su
    octubre 10, 2006 a las 7:16 am

    Es el título de un libro de Susana Perez Alonso ¿verdad?. Da igual, me gusta vuestro relato, aunque esté lleno de melancolía.

    Un beso

  2. octubre 10, 2006 a las 8:13 am

    Es genial!!! Aunque te deja una sensación de tristeza…
    Un beso a los dos!

  3. octubre 10, 2006 a las 12:13 pm

    ¡Que bien escrito!. Mis felicitaciones a los dos

  4. abril 17, 2008 a las 10:35 am

    «Ya están mis manos del color de las vuestras; pero me avergonzaría de tener un corazón tan blanco» Shakespeare.
    Y estaban ambas del mismo color? o nunca lo supusteís por no mirárlas?
    Me encanta, de nuevo.
    Saludos desde el Inframundo.

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